Es un lunes lluvioso, el cielo encapotado que impide ver el sol. Se siente el frío y la melancolía que este clima posa sobre mi y sobre quienes dejamos de percibir la luz solar.
Me visto de café, tengo que subir a destapar la coladera de la azotea y la lluvia arrecia. Me empapo y no se termina de destapar la coladera, una alberca de agua estancada me devuelve mi reflejo mientras miles de gotas caen despacio y silenciosamente sobre la superficie turbia del agua. Miro las azoteas vecinas, pienso el por qué no tenemos un techo de dos aguas, me imagino en medio de un lago tenebroso listo para combatir a un monstruo marino.
Bajo empapado, me vuelvo a bañar y me visto de gris, un pants. Tenía una cita a las 4, pero no deja de llover, recuerdo y escucho las gotas impactarse contra la ventana, llueve.
No acudo a la cita, el lunes y la lluvia me llenan de esa sensación de vacío, de no estar, de no ser. Me pierdo imaginando formas en las gotas sobre el vidrio de la ventana, juego carreras con las gotas que se van desprendiendo, dibujo lobos y dragones con el vaho que arrojo sobre la ventana. Ya oscureció, mi mente en blanco, vacía de recuerdos. Me percato que en estos momentos, con estos juegos de día de lluvia, vuelvo a tener cinco años.
Me visto de café, tengo que subir a destapar la coladera de la azotea y la lluvia arrecia. Me empapo y no se termina de destapar la coladera, una alberca de agua estancada me devuelve mi reflejo mientras miles de gotas caen despacio y silenciosamente sobre la superficie turbia del agua. Miro las azoteas vecinas, pienso el por qué no tenemos un techo de dos aguas, me imagino en medio de un lago tenebroso listo para combatir a un monstruo marino.
Bajo empapado, me vuelvo a bañar y me visto de gris, un pants. Tenía una cita a las 4, pero no deja de llover, recuerdo y escucho las gotas impactarse contra la ventana, llueve.
No acudo a la cita, el lunes y la lluvia me llenan de esa sensación de vacío, de no estar, de no ser. Me pierdo imaginando formas en las gotas sobre el vidrio de la ventana, juego carreras con las gotas que se van desprendiendo, dibujo lobos y dragones con el vaho que arrojo sobre la ventana. Ya oscureció, mi mente en blanco, vacía de recuerdos. Me percato que en estos momentos, con estos juegos de día de lluvia, vuelvo a tener cinco años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario