Queridísimas lectoras, lectores amigos. Bienvenidos una vez más a este espacio de ustedes.
Sé que no escribo con la periodicidad que había alcanzado; pero no es por andar de ocioso ni rascándome la panza (esa me la rasuré). Pero como es una imagen realmente mala, mejor...
Vuelvo a compartir la cotidianeidad maravillosa de este Lobo.
Estoy a punto de terminar "Estas ruinas que ves" del Maestro Ibargüengoitia (lo he leido lentamente porque no sé cuándo pueda conseguir "Dos crímenes"), de hecho la semana pasada releí "La ley de Herodes" de él mismo. Es en este punto en el cual daría un discurso sobre la auténtica inmortalidad. Como les comenté en algún post anterior, Ibargüengoitia falleció en un accidente de avión en el 83. Al leerlo me doy cuenta que está más vivo que muchas personas que conozco; es ameno, alegre, irónico, divertido, creativo, sencillo. De grande quiero ser como él, mejor dicho, seré como yo soy pero le seguiré aprendiendo a este gran Maese.
Esta semana he leido harto, terminé "La sangre del cordero" de Mandiargues y voy avanzando con "Luces del norte" primer tomo de "La materia oscura" de Philip Pullman. Además me convertí en Socio Lector de Alfaguara y me he entregado en cuerpo al Onanoteísmo, buscando alcanzar el Nirvana completamente a pulso(s). Ya les explicaré en Post futuros.
Hoy acompañé al Lobito a una "aquafiesta". Me sorprendo de verlo tan grande, tan guapo, tan hermoso. Nadó con su chaleco salvavidas, se divirtió de lo lindo y espero que no se haya orinado en la alberca.
Regresamos en la tarde noche, jugamos X-box y lo acosté después de darle de cenar. Una vez dormido, me escapé de su abrazo para venir a platicarles un poco de mi día.
Por cierto, lo que viene, lo que va. Lo que dejo en mis letras me precederá.
Aullidos de alegría. ¡Qué viva el Onanohedonísmo!
P.S. Si alguién gusta echarme una mano en esta búsqueda espiritual, bienvenida.
Sé que no escribo con la periodicidad que había alcanzado; pero no es por andar de ocioso ni rascándome la panza (esa me la rasuré). Pero como es una imagen realmente mala, mejor...
Vuelvo a compartir la cotidianeidad maravillosa de este Lobo.
Estoy a punto de terminar "Estas ruinas que ves" del Maestro Ibargüengoitia (lo he leido lentamente porque no sé cuándo pueda conseguir "Dos crímenes"), de hecho la semana pasada releí "La ley de Herodes" de él mismo. Es en este punto en el cual daría un discurso sobre la auténtica inmortalidad. Como les comenté en algún post anterior, Ibargüengoitia falleció en un accidente de avión en el 83. Al leerlo me doy cuenta que está más vivo que muchas personas que conozco; es ameno, alegre, irónico, divertido, creativo, sencillo. De grande quiero ser como él, mejor dicho, seré como yo soy pero le seguiré aprendiendo a este gran Maese.
Esta semana he leido harto, terminé "La sangre del cordero" de Mandiargues y voy avanzando con "Luces del norte" primer tomo de "La materia oscura" de Philip Pullman. Además me convertí en Socio Lector de Alfaguara y me he entregado en cuerpo al Onanoteísmo, buscando alcanzar el Nirvana completamente a pulso(s). Ya les explicaré en Post futuros.
Hoy acompañé al Lobito a una "aquafiesta". Me sorprendo de verlo tan grande, tan guapo, tan hermoso. Nadó con su chaleco salvavidas, se divirtió de lo lindo y espero que no se haya orinado en la alberca.
Regresamos en la tarde noche, jugamos X-box y lo acosté después de darle de cenar. Una vez dormido, me escapé de su abrazo para venir a platicarles un poco de mi día.
Por cierto, lo que viene, lo que va. Lo que dejo en mis letras me precederá.
Aullidos de alegría. ¡Qué viva el Onanohedonísmo!
P.S. Si alguién gusta echarme una mano en esta búsqueda espiritual, bienvenida.
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