Miércoles de pago

El Lobo dice...
Queridas lectoras, amables lectores. Este miércoles me encuentro con la barriga y la cartera llena, ¿el motivo? Hoy llegó el pago, cosa que me pone felíz. Aunque continúa la incertidumbre. No importa, hoy guisé con manteca.
Pero después del atracón de pollo brujo que me reventé y la consabida caminata, de manera urgente llegué al baño de las oficinas, me semi senté (entiéndase de "aguilita") incómodamente en el trono de porcelana cuando a lo lejos escuché unos taconcitos, clic clac clic clac clic clac. Se abrió la puerta del excusado contiguo y la curiosidad me ganó, se trataba de un pie derecho femenino, con las uñitas pintadas de plateado y toda la cosa, yo en la mera pujación y medio inhibido por la visita, me hizo dudar un rato sobre el baño al que yo había entrado. La dueña del pie derecho con las uñas pintadas de plateado hizo pipí. se tardó, creo que a punto de la cistitis. Eso me hizo continuar reflexionando, ya que de manera gratuita siempre reflexiono en el baño, despues de entreabrir la puerta de mi excusado y tranquilizarme ante la mirada de los mingitorios desocupados.

¿por qué necesariamente tienen que ser divididos los baños? ¿por qué no tenemos mingitorios en las casas particulares? (en las casas de citas sí los hay) ¿no será igual de cómodo hacer las necesidades propias del cuerpo humano en cualquier lugar?
o sea en baños mixtos como en algunas fondas. Finalmente esto me remitió a un regalo de mi amiga Mafalda, quien tuvo a bien obsequiarme con una novela titulada "Cuerpo náufrago" de la Escritora Ana Clavel. Creo que ya había comentado algo al respecto en algún post anterior, a grosso modo parte de la trama del libro es la siguiente: una mujer que despierta dentro del cuerpo de un hombre (pene incluído) y la problemática que esto conlleva, el personaje Antón (Antonia), se obsesiona con los mingitorios y los baños masculinos, terreno el cual toda su vida había sido vedado.

Hoy, que me encuentro escatológicamente inspirado, pensando al respecto, esta es la primera vez que me sucede una situación así y hasta me sentí un poco culpable de la acción de deyectar al mismo tiempo en que una mujer esta a mi lado, aunque en la novela "La isla de las tres sirenas" de Irving Wallace, los baños en esa hermosa isla del Pacífico eran comunales, punto de reunión y chacoteo. Ni modo, entendí que la urgencia es la urgencia y más en el caso femenino. La mujer terminó de orinar, me imagino que se subió la ropa interior y bajó su falda y salió, sin lavarse las manos tengo que decirlo, del baño de hombres clic clac clic clac.

Seis o siete minutos después salí del baño, yo sí me lavé las manos.

Les pido una disculpa a las lectoras y lectores de estómago sensible, pero a veces así nos pasan cosas extrañamente poco ordinarias, y a veces a uno le toca nada más narrarlas.

Aullidos y saludos para ustedes.
P.S. Hasta del baño y de las necesidades fisiológicas se ha escrito. Loada la pluma, loada sea.