Hace no tanto tiempo, se cuenta por ahí, que en el Camino Real que cruzaba un Bosque Encantado, encontraron a una hermosa Dama con el vestido desgarrado por completo, tenía marcas de garras en los hombros y en el cuello, sangraba de varias cortadas pequeñas y su precioso cabello castaño se encontraba completamente desarreglado y enmarañado, su mirada lacustre era ausente, sin embargo, conservaba una misteriosa sonrisa y sus manos aferraban dos mechones de pelo gris, la Dama se encontraba descalza de un pie y por las manchas de lodo y las magulladuras de sus piernas y pies uno podría pensar que acababa de salir corriendo del bosque.
Los mejores curanderos y magos del reino acudieron hasta el poblado de Wolvesloch para tratar de curar a la bella Dama del bosque, como los pobladores habían comenzado a llamarla y por más conjuros, pócimas, brebajes, sanguijuelas, sangrías e infusiones, no podían hacer hablar a la bella Dama y mucho menos borrar la sonrisa de esos labios; a pesar de ser una completa desconocida el pueblo de Wolvesloch se mantenía al pendiente de su convalecencia.
Todos los habitantes especulaban acerca de su origen, algunos pensaban que se trataba de la hija perdida de Titania Reyna de las Hadas, otras pensaban que era una sílfide o una ondina ahuyentada de sus lares por algún cazador, otros pensaban que se trataba de alguna Princesa de algún reino lejano que había logrado escapar de sus captores o de una tribu de Trolls antropófagos, los chismes y especulaciones crecían conforme pasaba el tiempo y la recuperación de la Dama del Bosque no llegaba por completo, pues continuaba con la mirada extraviada, la sonrisa en los labios y en las manos aferradas con fuerza sobrehumana los mechones de pelo gris, lo que obligaba a unas muchachas voluntarias a darle de comer en la boca.
Así pasaron cerca de 18 días, y una tarde de vísperas de la fiesta de San Jorge, la Luna llena comenzó enorme a asomarse desde la “Loma del Ahorcado”, la Dama del Bosque comenzó a mostrar otras señales de vida, parpadeó varias veces y mojo sus labios con su lengua, soltó los mechones de pelo y gritó emocionada -¡Hoy llega, hoy viene por mi! Las voluntarias que la cuidaban se asustaron tanto por la reacción como por la fuerza del grito de la Dama y se asustaron aún más cuando al alarido de ella le correspondió un lejano y profundo aullido desde el Bosque Encantado.
La bella Dama del Bosque corrió hacia la tronera más cercana y la Luna llena iluminó con su blanca luz su rostro, las voluntarias asustadas corrieron hacia la abadía y le pidieron al Abad que acudiera a presenciar la reacción de la Dama del bosque, el Abad subió presuroso los doscientos quince escalones que llevaban a la torre en donde se encontraba la mujer; el clérigo al abrir la trampilla del piso quedó pasmado, los aullidos se escuchaban cada vez más cercanos. La Dama totalmente desnuda sacaba un blanco y cicatrizado brazo por la tronera y con la otra mano frotaba sobre su cuerpo uno de los mechones de pelo plateado.
Una vez repuesto de aquella oscura imagen, el religioso se acercó a la Dama del Bosque y la cubrió con una manta, sin oponer resistencia se dejó llevar por el Abad y se sentó junto a él en el catre y con su mano pálida casi transparente, tocó la cruz que pendía del cuello de él. Dos enormes lágrimas escurrieron silenciosas por el bello rostro y con una voz dulce y clara se dirigió al religioso –Padre, deseo confesarme, confesarme ante Dios por medio de su conducto, ya que no me atrevo a dejar esta vida sin contar este secreto que me atormenta. El Padre intrigado sólo asintió, pues mantenía un estricto voto de silencio, realizó la señal de la cruz y acercó su oído hasta sentir el aliento de la mujer, los aullidos se volvieron lejanos, pero a cada uno de ellos correspondía un estremecimiento de ella, se aclaró la voz y comenzó.
- Padre, confieso haber sido arrebatada en una pasión siniestra, mientras hace hoy 21 días me encontraba preparándome para los funerales de mi amado padre y de mi tío Humbert, quienes murieron durante la persecución de un monstruo terrible que asolaba nuestra Comarca, la mayoría de los hombres murieron en esa empresa, y en Wolflochshore, mi pueblo natal, sólo quedábamos huérfanas y viudas; la bestia atacaba nuestros rebaños solamente en las noches de luna llena, y robó a cada uno de los niños del pueblo. Tristes pero sin resignarnos, unas cuantas mujeres salimos a hacerle frente a la bestia, a sabiendas que no regresaríamos vivas; esa noche Josephine, Gilda y Glenda, nos internamos en el Bosque Encantado, llevábamos nuestra ropa de diario, ya que nosotras nunca cazamos, excepto Gilda que tiene, tenía gustos y apetitos extraños, ella sí llevaba pantalones de gamuza como los de su padre; caminábamos despacio y sin antorchas bajo el resplandor de la luna cuando lo vimos desnudo sobre una roca en medio de un claro del bosque, sosteniendo con sus manos un trozo de carne el cual masticaba y tragaba desesperado, se trataba de un muchacho joven, su cara estaba cubierta de algo oscuro, más tarde supe que era sangre. En cuanto nos vio se abalanzó sobre Gilda y le mordió el cuello desgarrándoselo todo, manando sangre a borbotones. Josephine y Glenda huyeron despavoridas, pero yo me quedé petrificada mientras la bestia se tragaba y lamía la sangre de la pobre de Gilda; los ojos dorados del monstruo se fijaron en los míos, me sentí mareada y con muchas nauseas, el muchacho se levantó de junto a Gilda y acercó su mano hacia mi, y despacio me tocó, solté el arcabuz que sostenía y quedé hechizada con esos ojos dorados, con esa sonrisa de dientes afilados. El muchacho se acercó hacia mi, me olfateó como si fuera un animal, su cabello enmarañado y lleno de cardos era gris como la plata de ley Padre, su aroma, era de almizcle, a hierbas del bosque y a sangre, pero era un olor dulce y no tan repulsivo, no me contuve y me acerque yo esta vez, el muchacho no trató de huir; lo tomé de los brazos y lo acerqué a mi, lo besé Padre, con una urgencia desesperada, él me beso también, y su lengua recorrió toda mi boca, le correspondí anhelante. Sentí entre mis piernas la urgencia de tener a ese muchacho, en ese momento, como si lo hubiese esperado toda la vida. Me arrojó sobre la hierba, al lado del cadáver de la pobre Gilda que me veía con sus ojos muertos y nebulosos, sin mayor preámbulo el muchacho comenzó a rasgar mis ropas, a tratarme de atrapar con sus uñas renegridas de coágulos y mugre, mordía despacio, lamía mi rostro y yo saboreaba la sangre de las comisuras de su boca, de sus mejillas, de su barbilla pues me parecía dulce, muy dulce, un ardor en mis piernas, un dolor delicioso me inundó Padre, me llenó con su ardiente miembro, sentía su peso en mi cuerpo, su boca en mi seno, sus manos tocándome toda, comencé a gemir de placer y dolor Padre, su denso vaivén me enloquecía, lo besaba lo arañaba también, escuchaba sus ruidos, sus suspiros, sus resuellos. La Luna casi se ocultaba detrás de los árboles, y en una acción me arrodille y él me montó por detrás Padre, comencé a moverme como loca, lo necesitaba cada vez más y más profundo dentro de mí ¡lo deseba!; de repente, un dolor se clavó en mi cintura, su miembro penetraba más y más profundo, ¡lo escuche aullar Padre!, si ¡Aullar como Lobo!, volteé y su cuerpo, su rostro se transformó, ¡ante mis ojos, en medio de mis gemidos, se convertía en Lobo! Su miembro crecía también, así lo sentía, más y más grande a cada arremetida, sus garras se clavaban en mí, en mis nalgas, en mi cadera, sus dientes mordían mi cuello, me lastimaba y aún así deseba llenarme de él, hasta que un chorro hirviente inundó mi sexo, aullaba junto con él, me escurría en él. Me recosté y el animal se recostó junto a mi y junto al cadáver, tomé entre mis manos ese miembro rojo sangre, enorme en forma de pica, comencé a lamerlo despacio, sus gruñidos me excitaban más Padre, perdóneme, pero jamás había sentido así, seguí lamiendo y lamiendo, lo metí a la boca, lo atraje cubriéndolo por completo y seguían sus gruñidos, su lengua también enorme asomando a un lado de las hileras de filosos y blancos dientes. Finalmente me venció el sueño, aferré al enorme Lobo gris que estaba a mi lado, el día nos sorprendió juntos, el Lobo se levantó y no quería dejarlo ir, acercó su hocico babeante a mi sexo, me relamió y lamió su miembro que volvía a pulsar en color rubí, lo volví a tocar, lo volví a lamer, me coloqué nuevamente de rodillas para que me oliera mejor y me montara de nuevo. El enorme animal me rasguñó, me mordió nuevamente, colocó sus suaves patas sobre mi espalda, se arqueó para meter la enorme pica en mi. Padre, ¡sentir ese trozo enorme, sentir como se hundía más y más!, me volvió a llenar con su semilla hirviente, caí exhausta y sentí la flacidez de ese enorme miembro mientras me abandonaba, traté de agarrarlo de nuevo, me volteé y con ambas manos, traté de sujetarlo, sacando fuerza de flaqueza, sólo logré arrancarle estos mechones Padre, y mi adorado Lobo huyó corriendo en el bosque. Lo busqué durante dos días, hasta que me encontraron vagando cerca de esta Comarca. ¡Perdóneme Padre! No por el pecado cometido, no por la concupiscencia realizada, le ruego me absuelva ahora que hay tiempo, perdóneme Padre, de lo que sucederá.
El Clérigo se santiguó tembloroso, sus labios se encontraban rígidos y blancos, el sudor perlaba su frente al contemplar en el tono de los ojos de la Dama del Bosque, el cambio de un azul intenso a un dorado siniestro. La Dama se arrodilló junto a la tronera; la trampilla que llevaba a la habitación en donde se encontraban comenzó a levantarse y un rayo de luz de luna iluminó el cuerpo bestialmente hermoso, el Abad se replegó hacia la pared de la celda. De la oscuridad surgió un nuevo aullido desgarrando el corazón del clérigo quien cayó fulminado con los ojos abiertos y la garganta destrozada, la enorme figura de un Lobo plateado se encontraba en el centro de la habitación uniéndosele en ese momento una esbelta y nívea figura lobuna con el hocico repleto de sangre. Ambas bestias bajaron de la torre, y huyeron hacia el bosque, hacia la plateada oscuridad.
3 comentarios:
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Siempre he pensado que todos tenemos dos rostros, ese que cada uno manifiesta frente a otros, y el que se esconde en el fondo, que puede reflejarse en un espejo.
Hay espejos crueles, hay espejos benévolos, hay espejos de tiempos y espacios.
Cualquiera que refleje tu rostro y te lo muestre, mostrará tu otro rostro.
Tu Dama del Bosque era eso, era un reflejo atrapado del otro lado del espejo, aún estando en ese otro lado los amantes se pueden encontrar y reunir.
Mira tu, mi amigo Lobo, provocas enloquecer la imaginación de esta imaginadora.
Me gusto mucho. Después envío mail para decirte algo sobre Danzistica (está de primera)
Mafalda
te imaginas poder liberar esa parte oscura y escondida.....
da miedo, pero cada vez me convenzo de que no puedo dejar pasar mas tiempo sino perdere a mi lobo para siempre.
se que al hacerlo me convertire en esa loba para poder aullar al igual que mi amado, sentirlo como en lo que escribes..
guau hasta eso me ex........a¡¡¡¡
Juan, guapo amigo, mil gracias por tu visita, y enormes gracias a mi querida amiga Mafalda que te dio mi referencia. Encantador tu relato sobre licantropía, te adentras en los pozos profundos del ser, del cual a veces emergen ansiedades, fantasías, formas de pensamiento que al contacto con la luz de la luna se materializan, me embelesó también con cierta inquietud excitante, el lenguaje que utilizas es ardor in crescendo que inevitablemente provoca sonrojos eróticos en concordancia con el tema
Te dejo besos para ti, para Mafalda, tras un aullido de despedida
Natasha
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