La post-revolución sexual nos ha pegado de lleno, me refiero a nuestra generación, crecimos con la expansión del SIDA, la enseñanza de la sexualidad en la escuela, los talleres de uso del condón, el internet y la free pornography, los Table dances, los Chip&dales, las sex shops y los transexuales de Tlalpan (me han contado).
Delante de tanta propuesta lo preocupante no es lo que nos tocó, es lo que a las generaciones posteriores les está tocando, parece una moda el asumir una sexualidad que no es la propia, las niñas piensan (piensan, no sienten) que son lesbianas y los muchachos en el mismo tenor, no es que me espante, al contrario, es preocupante el vivir en una total confusión, tan malo es asumir una sexualidad incorrecta como negar la propia sexualidad.
No quiero ser moralino, al contrario, solo quería hacer un paréntesis para abordar el tema de lleno:
¡ME ENCANTA EL SEXO!
Para mi no existe nada mejor que el erotismo, el descubrimiento constante de un cuerpo ya conocido, las medias con liguero, los zapatos de Stiletto, los labios encendidos y ávidos de caricias, la lencería y los corsés, las uñas largas y la disposición amatoria para dar rienda suelta a los más diversos juegos. Los disfraces, los roles distintos en la cama, en la cocina, en un parque o bajo la Preciosa Luna Llena. El descubrir fetiches, los anteojos (me parecen sexys en un rostro femenino) caricias y técnicas que te permitan ser mejor persona, mejor amante. Me gusta jugar, y después jugar aún más.
Reír y extasiarme con más caricias, con más juegos, con roces y apretones, mordidas y suspiros, con perfumes corpóreos e incorpóreos, con el gusto de la saliva, la sangre y el cuerpo, ese dejo que se queda justamente detrás de la garganta, con los sonidos de peticiones silenciosas a gritos, de gemidos únicos, primordiales, la visión de los ojos entornados de la mujer siendo amada, poseída por un extraño que comparte humores y miradas, las curvas suaves o firmes, los contornos cubiertos con fino vello, los labios, ambos húmedos, en espera de un beso.
Para mi el sexo es esto, una explosión silente de deseos, de momentos e instantes incendiarios de pinturas invisibles realizadas con pinceles húmedos de sudor y saliva, de necesidades sabiamente compartidas, de juego maravilloso y orgiástico.
El sexo, mi sexualidad complementada con metáforas; La Lujuria en tacones y medias negras a penas cubierta por un abrigo, es la Luna Llena a través de un quemacocos compartiendo su luz argenta y sensual, es el baile de los siete velos siempre y cuando estos velos hayan sido confeccionados por los bribones que le vendieron sus telas al emperador, es disfrutar una coreografía caótica y silenciosa, comenzando con uñas en la espalda y culminando en un choque de luz azul, es el deseo convertido en realidad y la realidad convertida en deseo, son cardúmenes de peces invisibles escondiéndose en los recovecos de las bocas, es la síntesis perfecta de dos egoísmos utilizando cualquier medio para lograr el orgasmo.
El sexo es la vida, no lo verde; el sexo es todo lo que desees que sea, aunque esto no te guste al final.
Reír y extasiarme con más caricias, con más juegos, con roces y apretones, mordidas y suspiros, con perfumes corpóreos e incorpóreos, con el gusto de la saliva, la sangre y el cuerpo, ese dejo que se queda justamente detrás de la garganta, con los sonidos de peticiones silenciosas a gritos, de gemidos únicos, primordiales, la visión de los ojos entornados de la mujer siendo amada, poseída por un extraño que comparte humores y miradas, las curvas suaves o firmes, los contornos cubiertos con fino vello, los labios, ambos húmedos, en espera de un beso.
Para mi el sexo es esto, una explosión silente de deseos, de momentos e instantes incendiarios de pinturas invisibles realizadas con pinceles húmedos de sudor y saliva, de necesidades sabiamente compartidas, de juego maravilloso y orgiástico.
El sexo, mi sexualidad complementada con metáforas; La Lujuria en tacones y medias negras a penas cubierta por un abrigo, es la Luna Llena a través de un quemacocos compartiendo su luz argenta y sensual, es el baile de los siete velos siempre y cuando estos velos hayan sido confeccionados por los bribones que le vendieron sus telas al emperador, es disfrutar una coreografía caótica y silenciosa, comenzando con uñas en la espalda y culminando en un choque de luz azul, es el deseo convertido en realidad y la realidad convertida en deseo, son cardúmenes de peces invisibles escondiéndose en los recovecos de las bocas, es la síntesis perfecta de dos egoísmos utilizando cualquier medio para lograr el orgasmo.
El sexo es la vida, no lo verde; el sexo es todo lo que desees que sea, aunque esto no te guste al final.
*A mis lectores les debo un texto más extenso, debido a que no guardé el post correctamente, sirva éste como aperitivo, para que vaya abriendo todos los apetitos, después de todo, podemos disfrutarlo, no importando el con quién, si no el con qué (todos, hasta los pobres tenemos derecho ¿no creen?)