lunes, 13 de agosto de 2007

En tu búsqueda II.

Benito, sin dejar de recordar a aquella mujer de ensueño, termina con su turno en la fábrica, camina cansado y sin mayor esperanza, sólo desea llegar a su cuarto y dormir hasta soñar nuevamente con ella.
Al abrir la puerta de la vivienda, los primeros rayos de sol comienzan a filtrarse por la ventana; Benito bosteza y quita su guitarra y al gato de encima de su cama; ya acostado, coloca las manos detrás de la nuca y contempla las figuras que su imaginación descubre en el techo de tirol. Un imposible gallo canta al nuevo día, a la nueva noche diurna en la que Benito se hunde hasta quedar profundamente dormido.
El lugar es extraño, ella lo contempla desnudo, la sonrisa velada por la lengua femenina que se mueve de lado a lado sobre los carnosos labios, le pide que se acerque. Benito deja de respirar por unos segundos, el deseo manifiesto en su piel, las manos de ella invitándolo al beso.