miércoles, 27 de junio de 2007

TU, MÍ INCIENSO I


El aroma del incienso aromático, sándalo, inunda la habitación, la expectativa aumenta conforme mis pasos me acercan hasta el diván en donde estas acostada, luces un corsé negro de cuero, con encajes rojos como tus labios, las ligas sujetan las medias que acarician tus piernas, tornándolas oscuras, adornadas con sendos tacones de aguja.

Me miras de reojo, coqueta, con esos ojos extraños y seductores, tu cabello sujeto en un chongo, dejando caer a los lados dos rizos suaves, negros como el ala de un cuervo, sigo acercándome; paseas la lengua por los bordes de tu boca, los humedeces, brillan con la tenue luz de la lámpara de piso cubierta con la mantilla española, te recuestas, ofreciéndome el maravilloso espectáculo de tu escote, la respiración comienza a sentirse semisolida, palpable.

Trago saliva, me quito el saco y lo coloco sobre una silla, sin decirme nada me ordenas que me acerque, te reincorporas un poco sobre el diván, tus piernas juntas, tu cuerpo hermoso. Estiras tus blancas manos hacia mi, las largas uñas carmesí rozan mi entrepierna, suben un poco más, descubren la dureza que provocas, sonríes, vuelves a pasear golosa la lengua por tus deliciosos labios, poco a poco desabrochas el cinturón, los botones del pantalón, hasta encararte frente a frente con mi deseo, sólido, palpitante.

Sin tocarlo, sin tocarme me alejas despacio, con sólo tu mirada, haces que me siente en la silla en la que había colocado mi saco, lentamente te remueves felina en el diván, incitante, excitante, comienzas a acariciar tu cuerpo, una uña carmesí recorre tu muslo, subiendo despacio, segundos eternos después, ambas manos sujetan tu cintura, tu respiración aumenta, tus latidos, mis latidos aumentan. Compruebo la delicadeza de tus formas, confundiéndose el aroma de tu piel con el del sándalo, ambos exóticos, inquietantes.

Observas la avidez que me provocas, miras como comienzo a acariciarme sentado en la silla mientras te veo tocarte, acariciarte también, liberas tus senos del corsé, los colocas sobre el escote sin quitarte la prenda, te sientas de lado apenas, recargada en el respaldo del diván, tus manos sujetan tus senos desnudos, blancos, con sus pezones erguidos, impetuosos, tu lengua serpenteando escapa de tu boca, y comienza a recorrer tus senos, cercados y acercados por tus manos.

Vuelves a sonreír sin dejar de lamerte como una gata en celo, estrujas tus delicadas redondeces, los sopesas, disfrutas torturarme; dejas tus senos y tus manos escapan hacia abajo, pasean por tu vientre, descubro que no llevas bragas, te sientas por completo en el diván, cruzas las piernas y el destello de los tacones stiletto acrecentan mi lascivia; de detrás de un cojín sacas un instrumento alargado, delgado, brillante, lo introduces a tu boca, se trata de un dildo plateado, lo besas indicándome con tu mirada que así lo harías conmigo, pero me tienes castigado, sólo viendo, sin intervenir. No me importa, disfruto el juego, disfruto verte.

Mientras contemplo el espectáculo, he ido creciendo en mi mano, me acaricio despacio, de arriba abajo, en algunos momentos mojo con mi lengua la palma de mi mano y vuelvo a acariciar, mis extremos se tornan rojos, casi tanto como tus labios, está lubricando un liquido transparente y dúctil, sus vetas azules se hinchan, lo observas con deseo; sacas el dildo de tu boca y separas lentamente tus piernas, comienzas a acariciar el delicado botoncillo con la punta plateada, no necesitas humedecerla demasiado, en rocío dulce se transmigran tus distintos labios, confundiendo su materia y no es difícil deslizar la saeta argentina hasta tu cálido interior, lo introduces casi a la mitad, un jadeo escapa de tus labios, entrecierras los ojos, lo retiras despacio y lo introduces nuevamente, aumentas la velocidad y profundidad. Sudo profusamente, mi boca esta seca, necesito de tus labios y tu lengua para humedecerla.

Temeroso de romper esa salmodia de sutiles gemidos, me acerco hasta compartir alientos, mis labios secos se unen al carmín de los tuyos, los muerdo como te vi hacerlo segundos antes, mordiendo la parte más carnosa de ellos y posteriormente paseando la lengua sobre la carne zaherida, tu lengua en caricias conversa, se extiende hacia la mía, fuera de los resquicios enmarcados por el deseo, intentándonos devorar en inspiración y apetencia. Nos perdemos en reflejos distintos, en gestos lúbricos, en trémula complicidad...

domingo, 24 de junio de 2007

...Y AL TERCER DÍA, EL AMOR RESUCITÓ.

Necesitamos una resurrección del romanticísmo, realmente murió, pero el amor existe y la centena de amantes insurrectos (con pancartas y todo) que tengo delante de mi casa manifestándose, me ha comprobado una vez más que las personas se equivocan. Gracias amigos por su apoyo, gracias por decirme tantas cosas tan bellas, gracias por decirme cuán equivocado puedo estar en alguna de mis opiniones, gracias por permitirme desahogarme ante ustedes y plasmar en palabras mi amor hacia mi Hermoso Lobezno, hacia ustedes, hacia mi Preciosa Luna Llena, aunque ella, impávida me renuncie, me indique que no existe el amor, a pesar de que en ella lo encuentro encarnado.
¡Amaos los unos a los otros! El Amor es tan real que efectivamente perdemos la proporción de su presencia.
No importa si no me aman, el amor que tengo, y me hizo enconcharme en esa depresión y más adelante salir de ella, alcanza para todos.