jueves, 14 de junio de 2007

Mis queridos lectores (creo que ahora ya suman ocho) a petición de mi hermanito Hugo les daré un adelanto de alguno de mis cuentos, espero que les guste:

Calle Iturriaga 14, interior 3

Las antiguas casonas pintadas con cal por iniciativa del Municipio y el recién colocado pavimento lastimaban, unas de tan deslumbrantes por la resolana, lo otro por lo caliente, a punto de deshacerse en puro chapopote; el calor entre otras cosas, mantenía a las personas alejadas de la calle, en esas horas en que el sol reina solitario, la tranquilidad de la siesta es interrumpida por los pasos de dos niños y unos elevados zapatos de aguja, resoplando, fustigada por los rayos solares, la mujer secaba el sudor perlado en su frente y en la parte entre la nariz y la boca, cargaba a su izquierda con una vieja valija de cuero, mientras con la derecha sujeta su monedero y un pañuelo; los niños agotados caminaban unos pasos detrás de ella, quejándose del calor y del sol. –Ya casi llegamos mis amores. Dijo la guapa mujer con un tono que denotaba cansancio –No sé porque su papá no mando a recogernos a la terminal de camiones, pero ese nunca ha sido problema ¿verdad mis niños? Ambos asintieron y caminaron un poco más deprisa para alcanzar a su mamá.

Los niños caminaban en silencio, la mujer mira de un lado a otro de la calle, intentando ver a alguien caminando en lo que al parecer, era la única calle pavimentada, pues todas las otras eran de terracería o en el mejor de los casos empedradas; antes de llegar al final de la calle desierta, la mujer sacó de su monedero un papelito en donde había anotado la dirección. Dieron vuelta a la derecha guiándose en el croquis mal dibujado; el silencio era sobrecogedor al menos anteriormente se escuchaban sus pasos, ahora sobre la tierra se amortiguaban, el fino polvo amarillo que levantaban al andar les resecaba la boca y la nariz, también nublaba un poco su vista. En esos momentos los asaltó un nauseabundo olor traído por un viento tan seco como la tierra amarilla que pisaban; sudando frío, la mujer se repuso de la arcada que le provocó el olor que como había llegado se disipó en la sequedad del ambiente, hizo visera con la mano para cubrirse del implacable embate del sol, volteó hacia arriba en donde un numeroso grupo de zopilotes hacían ronda en las alturas enmarcados por un cielo azul brillante, sin una sola nube, pensó que debería de haber un rastro por ahí cerca, así justificó el olor y a los negros gallinazos; bajó la mirada fijándose en el nombre de la calle, siguieron avanzando hasta que dieron vuelta a la izquierda, en la calle de Iturriaga.

3 comentarios:

AndreaLP dijo...

Hola!!

Ya terminé el 2o. Aullido ahora que estuve de flojita. ¡Dame más! Me dejaste con ganas de más cuentos.

Parece que se arma la reunión blogger para la semana que viene, te aviso.

Ah, y le dejé un juego en mi blog, eh, no se haga. ;-)

Besos.

Nube Gorda dijo...

Yo también me quedé picada, me gusta como narras, de vernos en la reunión q arma Andy, compraré uno de tus libros para mi placer y compartirlo con mis tarántulas.

Bsuchillos

Juan de Lobos dijo...

Mil Gracias por el Apoyo, encantado de la vida no sólo de vender un libro más, sino de conocer a gente tan intensa y amable. Gracias Andy, Gracias Nube Gorda, espero vernos la semana entrante.
Besos y abrazos