Cecilia Pellicer, Morpheus, El Zombie, Ilich

A Cecilia Pellicer la primera vez que la escuché fue la semana pasada vía celular. Ayer la escuché en vivo y a todo color. Simpática, cáustica y muy bien formada (musical y físicamente hablando), digmos que tiene de todo para poner a cualquier pelao al 100.
Le cantó a mí Lobito en portugués y descubrí a una cantautora fuera de lo común. Me gustó y me arrancó más de un suspiro y por lo que escuché y vi, no sólo a este par de lobos les provocó eso.
Morpheus dream (corríjanme si estoy mal) Un trío de música celta quienes se aventaron un palomazo, bellas integrantes (este Lobo no deja de suspirar) y un talentoso músico. Todo esto acompañado de un Arguile de manzana.
El Zombie como siempre dándo todo en el escenario y deleitándonos con las canciones de su "repetitorio" como él dice, lo escuché bien y de buenas.
Ilich, no pensaba llevar torta al banquete, así que acudió como acuden los lobos, solitario, en busca de presa. Creo que le fue bien y cobró "La pieza". Más tarde le preguntaré.
También estuvieron Susana Silva, Marco y Bere, Porto quien nos regaló un texto sobre la tragedia del "Divine" y canciones, muchas canciones.
Rematamos mi cachorrito y su S.S. en los tacos de los bastones. comí un burrito, mi cachorro un taquito de "pasteur".

Un buen miércoles que parecía martes.

El amor que prodigan las mujeres:
Esto es algo así como "tema de reflexión".
Me he sentido muy honrado en ser amado, de varias maneras y por diversas personas. Yo a mi vez he amado, pero nunca podré amar como aman las mujeres, de esa manera tan egoísta y única. Tan arrebatada e incoherente, interesada e intensamente.
No son reclamos ni halagos, simplemente es una manera distinta de amar.
Aman lo que desean amar, lo que no las ama, lo que a pesar de amarlas no es suficiente, pero lo aman porque es lo que tienen, o conocen.
Las mujeres no aman por amar, eso me queda claro, pero aman de verdad.
Amo como sé amar, y a ustedes que aman como mujeres, les digo que me encantaría envidiarlas, pero simplemente observo, lo que en teoría nos hace diferentes. Esa manera tan suya de hacerlo.


Me despido aullando, contento y esperanzado.
Me despido hasta la próxima vez que me toquen el alma en alaridos o en canciones.