martes, 20 de mayo de 2008

Martes de construir de reconstruir

Casi se agota el Martes, ya pasan de las once y una enorme inquietud me aqueja.
Busco las palabras adecuadas que les puedan hacer entender el sentimiento del saber que un gran día se va acabando.
Hoy, mí Martes, empezó a las seis de la mañana; tomando en cuenta que dormí a las tres de la mañana de este mismo día. Emoción, suspenso, ¿alegría? Eso y más me esperaba este día.
La Musa descendió de su pedestal, regresó de su autoexilio para encarar a los demonios del pasado. Me cambió el esquema el cual (siendo sincero) tenía toda la intención de cambiar a mi vez y de ese modo lastimarla con un plantón (pa´que vea lo que se siente) pero adelantándose me cambió la jugada.
--¿Te parece bien si nos vemos en la mañana para desayunar en vez de tomar un café en la tarde?
--Por mi no hay problema (¡pendejo y mil veces pendejo, volviste a caer!)

Una serie de sentimientos encontrados. Mí guía espiritual, consejera y bussines manager muy ocupada y enfrascada en sus propias dolencias. Mís consejeras fuera del área de servicio y un pequeño demonio sentado en mí hombro tentándome.
"Pues total, ¿qué puede pasar?" Pensé y comencé a imaginar la escena, los atavíos de La Musa que regresaba a terreno mortalmente neutral. La imaginé con falda, con botas altas, vestida de cuero y encajes, con traje de campirana tirolesa, ataviada de vestal, con abrigo, sin abrigo, sin nada...
Con eso en mente dormí un sueño intranquilo. A la mañana siguiente (o sea tres horas después), salté de la cama posando cuidadosamente mi pie derecho. Me vestí de manera sobria y elegante y me coloqué en el anular derecho mi anillo totémico. Un hermoso lobo plateado refulgía en mi mano. Me lavé los dientes y no me peiné.
Llegué más que puntual al restaurante de servicio las 24 horas. Nervioso y acompañado del Tigre de Tracy; imaginándome un lobo recostado a mis pies que me infundiera el valor como en la novela de Saroyan.
llegó la hora y ella no aparecía "Me va a volver a plantar" pensé entre divertido y emputado. Cinco minutos más tarde ella cruzó el umbral. Un pullover beige, un pantalon a rayas en colores pastel y zapatos abiertos y muy cucos (nada de lo imaginado).
Respiré aliviado, tanto por su presencia como por mí amor propio. Me levanté un poco nervioso atribuyéndole a las dos tazas previas de café que había ingerido, dicho nerviosismo.
Nos abrazamos, nos reencontramos después de mucho tiempo.
Traté de aparentar y me di cuenta que siempre lo había hecho. Platicamos de nada, desyunamos. Ella huevos fritos rancheros, yo enfrijoladas de pollo.
Ya en la sobremesa asomó La pregunta, le siguieron los reclamos velados, posteriormente las injustificables justificaciones y para cerrar los arrepentimientos mutuos. Hasta ese momento comprendí cuanto la había herido, pero mi egoísmo me lo impidió ver durante mucho tiempo. No puedo negar que el papel de víctima se disfruta siempre y que la compasión ajena es vino que embriaga rápido. Entendí que no es una Musa, es una Mujer y yo que tanto daño había sentido lo vi todo con una luz diferente. Nos lastimamos sí, ambos lo hicimos, ambos nos ilusionamos y nos desilusionamos, yo la sublimé. Casi a las dos horas de plática nos pedimos perdón. Nos mostramos humanos llenos de errores, pero con deseos de aprender de ellos y en la medida de lo posible evitar repetirlos. No lloramos, dejamos atrás lo que nosotros los mortales dejamos atrás, quedamos de conocernos, quedamos como amigos. Dos perfectos y amistosos desconocidos.
No sé si nos veamos nuevamente, sé que nuestras vidas fueron siempre diferentes y que solo coincidieron un momento. Pagué el desayuno; la acompañé a su carro y nos despedimos de prisa. Me volví a quedar conmigo mismo. Ella venía a enfrentar el pasado y me hizo cómplice, yo que pensaba en algún provecho físico o emocional me descubrí y supe en realidad lo que sucedía. Incidentalmente se cerró un círculo más en mi vida. Hoy conocí a otra Mujer. El lobo del Lobo no falló y me hizo presenciar a su vez a un nuevo Hombre.
Así empezó mí Martes y apenas eran las nueve y media.
El resto del día transcurrió felíz, en la tarde cobré algunos libros y disfruté de la compañía de los colegas acatlecos, ofrecí consejos, vendí un libro más y platiqué con Benja y George quien pagó los cafés para ellos (yo me harté del café y pedí una coca) y nos platicó de su infancia en la Colonia Roma.
En la noche pasé al seven eleven a comprar el nuevo hocho italiano, lo cené y una vez en casa cené el resto de las enfrijoladas del desayuno.
Ahora terminó este Post, con diversos sentimientos, con ganas de seguir haciendo.
Agradecido de poder darle salida a mis pensamientos, compartirlos verlos desde otra perspectiva. Fue un gran Martes como de costumbre, un día de mucho aprendizaje, tal vez más del que yo esperé.

Aullidos solemnes y de autocontento para ustedes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Leo tu post y recuerdo a "alguien" que tengo en mi cajón de los circulos pendientes a cerrar y solo espero que el tiempo pase y que ese día se dé aunque sé que no siempre pasa lo que uno quiere pero no pierdo la esperanza y deseo que sea tan provechoso como lo fue el tuyo. un abrazo.

Cuatroletras dijo...

Lobo veo tantas proyectos a futuro , tantas cosas buenas que me emociono.

como si fuera el buho en tu hombro.

Como la Bruja de la noche que tiene en sus manos la antorcha para que incendiar tu entorno.

Me gusto este post.

Saludos

Kix dijo...

Insisto: Yo nada mas quiero verte para partirte toditita la madre, Lobote!

Atte.
Kix Encabronada

El monstruo dijo...

Cerrar círculos, archivar la carpeta, jalarle al w.c. Hay tantas formas de nombrar a la acción de concluir con cosas, personas y sentimientos pero qué encabronadamente complicado resulta llevarlo a la práctica. Aullo en tu honor hermano lobo por contar con el coraje y determinación requerida para lograr concluir con esta etapa y salir perfectamente bien librado de ella, tanto así, que hasta lo hiciste con una siempre grata dósis de felicidad. Espero aprender de ti y hacerme de la fortaleza para poder cerrar airoso mis propios karmas.